Quiero crear. E intentar. Y fallar. Y crear otra vez. Quiero saber para qué no soy bueno y convertirme en un impostor de cualquier arte que llame mi atención.
Me agarró la loquera y en su locura me volví obsesivo con el verbo ser, conjugado en la primera persona que soy yo. Yo quiero ser. Pero ¿qué?
Nadie es de definición monolítica y no pretendo ser el primero. Jezzini el “inserte una versión específica del ser”. No. Tengo que ser mil cosas. Y luego dejar de serlas para ser alguien más. Un camaleón del verbo ‘ser’ conjugado en la primera persona que soy yo. Otra vez. Camaleonzzini o como Rimbaud lo escribió: ‘yo es alguien más’.
El primer paso, según mi teoría avalada por la universidad de los putazos que es la vida, es el desapego. No quiero cuerdas. No quiero fusión. A nada ni a nadie. Para ser un alma libre, según mis datos, uno debe dejar que su piel roce la nada.
No quiero pareja. No quiero una ciudad. No quiero un jefe. No quiero un vicio. No quiero miedos.
Tabula rasa, como dirían los pensadores que mató la historia por pensar. (¿O por hablar? Yo no sé y tampoco me interesa).
Si no soy de nadie más que de esta maleabilidad, puedo convertirme en un millón de ideas. ¿No?
Pero ¿en qué? Otra vez.
No sé pero si sé un poquito.
Quiero robar un banco por la adrenalina.
Y escupirle a esta soberanía tan mía. Quiero que probemos la anarquía porque sí. Y tocar lava para sentir su consistencia en mi mano desnuda.
No olvido, obviamente, que este contrato llamado existir incluye la perra cláusula de la consecuencia. Págala. Vívela. Y te jodes.
Me interesa lo inusual. Lo que seguido ocurre en esas esquinas tan curiosas de la historia que nos confirman una cosa: quien sea que creó esta narrativa llamada humanidad, se la debe estar pasando de huevos. Bien por elle. Míralos tomarse a sí mismos tan en serio. L-O-L.
Y nosotros acá abajo pensando: ‘no hay casualidad, hay destino’ con un moco en la nariz y ansiosos por la ortografía de un mail que 0.0000000000000000000000000000000001% de la población va a leer.
Dios no existe.
Quiero la suerte de Lord Timohty Dexter y redimir mi pasado para luego arrepentirme como el pirata Lafitte.
Quiero cambiar de opinión y reinventarme. Parteaguas del ser. Siempre diferente. Una cuadra, una nueva persona.
Quiero quemar todo lo que un día me definió como lo hizo Baldessari. Y ver nuevos colores como Arsham con esos lentes que la ciencia le obsequió.
I will not make any more boring art. Idolo.
Empiezo hoy una etapa distinta: una nueva energía, sin mucho propósito más que aquel que otorga el privilegio de respirar sin pensar.
Un nuevo poder: fugaz y valemadrista. Artístico.
Y es que
quiero morir habiendo sido
todo lo que uno puede ser
con esta anatomía tan mía y tan humana,
conjugada en la primera persona del verbo ser que soy yo,
existiendo.
Jezzini